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"¡Ay de la generación cuyos jueces merecen ser juzgados!" El Talmud.
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El psiquiatra José Cabrera se pregunta en ABC si sigue en condiciones psíquicas para gobernar
¿Quién no ha opinado alguna vez sobre el presidente Zapatero y más en estos tiempos tumultuosos? Como siempre se ha hecho con el que manda.
Pero, ¿cómo opinar sobre alguien sin conocerle personalmente? Menos aun siendo psiquiatra, «pues buenos están los psiquiatras, dirán algunos».
Muy sencillo recurriendo a un pasaje evangélico en Mateo 7, cuando se dice textualmente: «Por sus obras los conoceréis», punto de partida de la psicología política, que basa los análisis psíquicos de los políticos en las técnicas psicobiográficas y de expresión no verbal, y que podemos aplicar a nuestro presidente acogiéndonos a la libertad de opinión y de expresión
Una sonrisa permanente, una mirada rígida, unos ademanes encorsetados, una expresión corporal de inseguridad, unos trajes que no acaban de caerle bien, unos cambios repentinos en la forma de hablar con altibajos en la seriedad y en la afectividad, y así un largo etcétera enmarcan la visión que todos tenemos del presidente.
Y junto a lo visto, lo ofrecido con su conducta: una huida de la realidad a todo trance, una tenacidad rayana en la obsesión en sus directrices, un convencimiento propio alejado de sus ministros y asesores, un afán por evitar el no y decir sí a todos los interlocutores en posturas enfrentadas, una conducta a golpe de clamor social en vez de meditada y, finalmente, una idea fija de reescribir el pasado histórico removiendo las conciencias de todos para que cuadre con el suyo reinventado artículo completo >>>
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La plebe no tiene más que dos sentimientos públicos, el entusiasmo
y la envidia: se eleva el genio, y aplaude; cae la virtud y aplaude también. Lo regular no suele ser tan popular como lo extravagante.
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